martes, 31 de diciembre de 2013

El Ducado fiscal de Carlos de Inglaterra


Las políticas del gobierno conservador británico frente a la crisis han acentuado la conciencia crítica de la ciudadanía, suscitando investigaciones y debates públicos que denuncian desde la desmesurada influencia de la Corporación de la City de Londres, los agujeros en la fiscalidad e, incluso, las exenciones tributarias de algunas entidades benéficas que dedican las donaciones que reciben a menesteres repudiables, como inversiones especulativas. En este clima de creciente malestar ciudadano, podemos incluir los ecos del examen de algunos asuntos financieros del príncipe Carlos, el eterno heredero al trono británico, que está llevando a cabo el Comité de Cuentas Públicas de la Cámara de los Comunes.

En un documentado artículo el profesor de la Universidad deEssex, Prem Sikka, apunta que este Comité parlamentario también debería interrogarse por las exenciones fiscales sobre los beneficios empresariales de que disfruta el Ducado de Cornualles, el brazo comercial del Príncipe. Lo que significa que el Ducado no realiza aportación financiera alguna al sostenimiento de la infraestructura social que utiliza y le amparan; y esas exenciones tributarias también le dan una ventaja injusta sobre sus competidores empresariales. Hasta el punto que, mientras la renta real de los trabajadores británicos se redujo en un 6 % entre 2008 y 2013; por el contrario, en ese  mismo período los ingresos del príncipe Carlos de Inglaterra crecieron en un 8% y una gran parte de ese incremento procedía del Ducado de Cornualles.  

El Ducado de Cornualles es un residuo feudal que proporciona pingües ingresos al duque de Cornualles como entidad privada. Hoy en día, el título del Ducado ya no se limita a las tierras de Cornualles sino que comprende un conglomerado empresarial en expansión; y es el tercer terrateniente del Reino Unido en extensión, con decenas de miles de hectáreas de tierra en 24 condados, la mayoría en el suroeste de Inglaterra. 
El balance del Ducado para 2013 revela unos activos netos de 762 millones de libras esterlinas, aunque el valor de mercado es probable que sea de varios miles de millones. Y su cartera de activos incluye 3.500 arrendamientos individuales, tanto agrícolas como residenciales y comerciales. Como tal gran empresa, el Ducado posee la prisión de Dartmoor, el campo de cricket Oval en Londres, un gran almacén en Milton Keynes, pubs, tiendas, hoteles, el edificio ocupado por el Kings College de Londres y otros negocios industriales, según el documentado análisis del profesor de Essex. 
El Ducado compite directamente con empresas dedicadas al comercio de bienes, la construcción de viviendas, vacaciones, alimentos orgánicos,  mermeladas y galletas. A la elevación de sus ganancias contribuye la utilización directa de una infraestructura pública financiada por los contribuyentes, en forma de administración local y central, los transporte públicos, la seguridad, el sistema legal y la educación y la asistencia sanitaria prestada a sus empleados. Porque  el Ducado-empresa privada no realiza ninguna aportación financiera directa para mantener esos servicios públicos, ya que está exento en el Reino Unido del impuesto sobre las ganancias de capital. 
No faltan quienes defienden a menudo los privilegios fiscales del Ducado con afirmaciones de que se trata de una finca privada, como si la monarquía pudiera considerarse una entidad privada; o que es un fideicomiso privado para el beneficio del Príncipe Carlos como duque de Cornualles; o que de alguna manera el Ducado y el Duque se funden en un solo ente.  
Pero, gracias la libertad de información sobre el caso – afirma el profesor citado - se han levantado algunos de los velos legales que rodean al Ducado, revelando su esencia económica evidenciando que es una persona jurídica por derecho propio. Las pruebas presentadas por los representantes del príncipe Carlos mostraron que el Ducado celebra contratos legales en su propio nombre y tiene personal propio contratado; y el Ducado ha demandado y ha sido demandado en su propio nombre y que tiene cuentas bancarias a su nombre. Más aún, ha habido transacciones entre el Ducado y el Duque, que reconocen claramente que los dos son jurídicamente independientes.

El problema político planteado es que, como el Parlamento carece de capacidad legal para decidir cómo se distribuyen las ganancias del Ducado, las rentas generadas van directamente a su titular, el príncipe Carlos. Y aunque el sitio web del propio Ducado de Cornualles intenta explicar que el Príncipe ya paga impuestos sobre el excedente del Ducado, los datos que aporta el profesor Sikka, obtenidos de fuentes oficiales, demuestran que es incompleta la información expuesta.

Desde luego, no parece probable que se diluya fácilmente la polémica suscitada sobre los asuntos empresariales del príncipe Carlos. Y es que las reminiscencias y entelequias feudales no se acomodan  a las nociones contemporáneas de democracia y de rendición pública de cuentas, como apunta el profesor Prem Sikka, ni en las Islas británicas ni en España. Y el principio de la soberanía popular requiere que todos los ingresos de cualquier miembro de una monarquía se sometan a la aprobación parlamentaria y al escrutinio público. Amén.-



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