sábado, 16 de febrero de 2013

Demasiado grandes para dejarlos quebrar


Los 15 mayores bancos europeos (entre ellos Santander y BBVA) de la lista del Consejo de estabilidad financiera como entidades sistémicamente importantes (SIFI en siglas inglesas) disponen de unos activos que equivalen al 159,7 %  del PIB de la UE. El mayor de estos grandes bancos es el Deutsche Bank que tiene unos activos equivalentes al 85 % de Alemania.

Las cifras que recoge el informe Liikanen son impresionantes porque muestran que hay un número significativo de bancos en la UE que son “demasiado grandes para dejarlos quebrar” (too big to fail); cuyos volúmenes de activos crecieron considerablemente en los años previos a la crisis y siguen creciendo después del breve intervalo de 2009-2010. Más aún, de los 15 citados, los activos de los cuatro mayores bancos británicos alcanzan el 414 % del PIB del Reino Unido; y los de los bancos holandeses ING y Rabobank, igualan el 284,4 % del PIB de Holanda.

Si algo ha quedado demostrado, y fue reconocido por los gobernantes del G-20, es que los grandes bancos son un riesgo para todo el sistema financiero global. La experiencia ha demostrado que los bancos con un porcentaje alto de actividad especulativa financiera, son demasiado grandes para dejarlos que quiebren y los gobiernos tuvieron que rescatarlos o les ayudaron a sobrevivir durante la crisis. Y las deudas bancarias se trasladaron a deuda pública; en unos países más que en otros.

Sin embargo, como en aquellas cumbres tan mediáticas no hubo acuerdo, el asunto quedó para que cada uno de los gobiernos tomara las medidas apropiadas porque desde Goldman Sachs al BBVA, todos cuentan con que si tuvieran problemas los gobiernos afectados les echarían una mano. La quiebra del banco Lehman Brothers fue toda una lección inútil hasta ahora, porque no se han eliminado o controlado los instrumentos de especulación que llevaron a aquella gran quiebra y al casi colapso del sistema.

Más de cuatro años después de iniciada la crisis financiera, la crisis del euro generada por el descontrol de la banca ha mostrado claramente el fracaso de la desregulación financiera en la Unión Europea; un descontrol que España se ha practicado de manera propia. Finalmente, en la  actualidad, se desarrollan negociaciones políticas – opacas -  para una regulación europea de la banca, aunque la política y la opinión pública española intervendrán cuando los textos legales ya aprobados lleguen al Parlamento español para su ratificación. Porque el proceso lleva ya un año y sigue.

En febrero de 2012, el comisario europeo para el mercado interior y los servicios, el francés Michel Barnier, encargaba al gobernador del Banco central de Finlandia, Erkki Liikanen, la presidencia de un grupo de expertos de alto nivel con el fin de que formulara recomendaciones para una reforma bancaria europea. Y el 2 de octubre pasado, veía la luz el denominado Informe Liikanen, que tras someterlo a consultas de los grandes bancos y la tecnocracia, servirá de base a la Comisión para formular propuestas de legislación hacia septiembre de 2013, dicen.  

Para continuar la tradición de que la legislación financiera la hagan o deshagan los bancos en Bruselas, de los doce expertos que integraban el referido Grupo de alto nivel, once habían trabajado en el sector bancario (Deutsche Bank, Rabobank, Morgan Stanley, Lloyds, Credit Suisse, en instituciones financieras internacionales, gobiernos y entidades académicas, según el análisis del investigador Peter Walh del Instituto alemán Weed.  Además, el Grupo liderado por el gobernador del Banco de Finlandia, fue objeto de una intensa campaña de presión para que moderara el alcance de sus propuestas. Hasta el punto de que la división interna sobre las conclusiones obligó a retrasar la primera presentación del informe, prevista para el 15 de septiembre durante la reunión informal de ministros de Economía  en Nicosia. 

Por tanto, no sorprende que el recorte al casino financiero propuesto sea limitado, aunque se abra la puerta para avances mayores en la línea marcada por muchos informes y estudios de un control en serio de los bancos y sus negocios financieros. De entrada, se defiende la continuidad de la banca universal, el modelo actual que une los riesgos de la especulación financiera a los depósitos de los clientes, aunque se propone una cierta separación.

La propuesta central del referido informe es que las actividades de trading (las operaciones de bolsa y la especulación con fondos del propio banco, con productos derivados de alto riesgo y la financiación de los fondos especulativos, sean hedge funds o  los conocidos como fondos de capital  riesgo) queden agrupadas en una entidad legal separada de las actividades de banca comercial o minorista. La separación tendría que producirse si los activos financieros del banco sobrepasan entre el 15 o 25 % del total de activos del banco o los 100,000 millones de euros. De este modo, los depósitos y la garantía  estatal que conllevan quedarán liberados de los riesgos de los negocios financieros especulativos y de los abusos, como ya han ocurrido, de que se utilicen para esa especulación. La nueva filial para los mercados financieros podrá mantenerse en el grupo bancario pero tendrá una capitalización propia sin poder apoyarse en los depósitos o en el capital de la banca comercial o minorista.

La horquilla tan abierta que deja, supone dejar un gran margen para la negociación política y para la intervención de los lobbys bancarios sobre la Comisión, el Parlamento y el Consejo europeo. Aunque al menos en el terreno de los propósitos este informe significa en la UE un avance hacia la regulación de los grandes bancos cuyas dimensiones son un riesgo continuo para todo el sistema; una amenaza permanente que el G-20 fue incapaz de resolver,  dejando que fueran regulados por los países.

La separación de la banca financiera, de negocios o de inversión, de la banca comercial, minorista o de depósitos, fue la pieza clave de la famosa ley Glass Steagall promulgada  en los EEUU tras la crisis del año 29 del siglo pasado y que durante más de 60 años fue el pilar de la estabilidad financiera; hasta que la Administración Clinton la derogó, acabando con esa separación, una de las causas de la crisis actual. Y en Europa continuó la banca universal; pero después del crac de 2008, resurgió la idea de volver a esa separación para desaparecer bajo las críticas interesadas y la debilidad de los gobiernos frente al poder de la banca. En los EEUU, los anuncios reformistas del Presidente Obama de restablecer la separación entre banca de negocios y banca comercial se tradujo en la denominada la regla de Volcker  en la ley Dodd-Frank; pero los lobbys de Wall Street se las apañaron para introducir tantas excepciones que la banca universal sigue siendo el modelo bancario.

Y ahora en la UE, la moderada separación bancaria que propone el informe Liikanen ya cuenta con la oposición de la gran banca encabezada por los británicos y alemanes.  A pesar de que el informe insiste en que no se cuestiona el modelo de banca universal ni prohíbe ninguna actividad especulativa de los bancos. Por lo demás, el informe Liikanen propugna que se avance en impongan obligaciones a los bancos para políticas firmes de control de riesgos; elevar el capital propio; exigir medios para que los consejos de administración comprendan los riesgos de las complejas actividades de la banca financiera; reforzar el control interno de los riesgos; limitar los importes de los bonus o primas anuales; obligar a que los bancos comuniquen claramente y de modo normalizado sus tomas de riesgo; y dotar de mayores poderes de sanción de los organismos reguladores frente a las infracciones de los bancos.

Los dos proyectos legislativos sobre la banca que se debaten en Alemania y Francia podrían contribuir a embridar la especulación financiera en Europa. Aunque mientras no se abandone el paradigma neoliberal en las finanzas, quedará un largo camino para lograr que las finanzas sirvan a la economía real, que es la que crea riqueza y empleo.-