La llegada en 2009 del Jefe del Estado checo Václav Klaus, considerado abiertamente antieuropeo y pro Washington, a la función de la presidencia del Consejo europeo de la Unión no ha sido producto del azar político sino el resultado de los acuerdos del Tratado de Niza que consolidaron el camino recorrido en los noventa hacia una Europa políticamente imposible.
Ciertamente, en las democracias plurales europeas es normal el conservadurismo del Presidente de la República checa, elegido para el cargo nacional con los votos de los comunistas de Bohemia, y hasta tenemos que respetar que niegue en sus publicaciones el concepto científico del calentamiento global. Como también es normal que la República checa sea gobernada por el primer ministro Mirek Topolanek que encabeza una frágil coalición de derechas, aunque resulte escasamente europeísta.
Pero lo que resulta inadmisible en el plano europeo es que por mor de un calendario rotatorio semestral como sucedáneo de una dirección política democrática, en 2009 los ciudadanos nos veamos representados por personajes políticos respaldados exclusivamente por una circunscripción electoral de 10,3 millones de europeos, sin que hayan podido expresar su voto los 487,8 millones restantes de electores potenciales que integran los 27 Estados de la Unión.
Y para colmo, pretendiendo disponer de un mandato democrático que no tiene esta presidencia europea semestral, los ciudadanos no checos tenemos que sufrir sus manifestaciones públicas que califican como una acción defensiva de Israel, la ilegal e injusta invasión terrestre de Gaza y el genocidio de su población.
Más aún, durante los seis meses en que habrán de plantearse las soluciones europeas a las deficiencias del sistema financiero reveladas por la crisis gestada en Wall Street que han traído la recesión económica a Europa, nos encontramos con una presidencia liderada por un país convertido en baza estratégica de Washington en el continente. Por no decir que se ha convertido en peón de la política unilateral del imperio al autorizar la instalación en su territorio de parte del escudo antimisiles de los EEUU en perjuicio de los intereses políticos del conjunto de la UE en sus relaciones con Rusia.
O también nos encontramos con que este país incorporado a la Unión en 2004, que no forma parte de los 16 países del Eurogrupo, muestra claramente su deslealtad con sus socios al no haber siquiera iniciado el proceso de ratificación del Tratado que como Estado miembro suscribió y firmó en Lisboa.
Lamentablemente son muestras del agotamiento de una Unión Europea prematuramente ampliada porque desde los noventa se pretende moldearla como un simple mercado sin Estado, sometida a los intereses de las grandes corporaciones y bancos sin patria; y ante los problemas actuales, esconde su vacío competencial tras la retórica mediática de Bruselas porque en el estadio alcanzado el entramado institucional europeo solo funciona como “espacio” de los mercados financieros globales, como hemos documentado en La Europa opaca de las finanzas.
Por eso, habría que lograr que las elecciones europeas de Junio 2009 fueran una última oportunidad para que los pueblos europeos reflotaran otra Europa unida de verdad.
P.s.- La "pesada broma" de arte checo colocada por la República checa en el atrio de la sede del Consejo Europeo en Bruselas, que ha suscitado indignación generalizada, revela la errónea y simplona visión que tienen de sus socios, representando a Francia por la palabra "huelga", a Alemania por autopistas en forma de esvástica, Italia como campo de fútbol, España con una hormigonera en un solar... Por cortesía de Financial Times pueden ver la serie de imágenes que componen la obra clicando aquí.
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