Una de las consecuencias de la inacabable crisis financiera es la demanda generalizada y acentuada de transparencia en los mercados globalizados y que los reguladores de los principales países apunten hacia los centros offshore, a excepción de las autoridades españolas centradas en el dilema terminológico desaceleración o crisis y en los poderes taumatúrgicos del caudillismo ahora democratizado.
En los EEUU, la gravedad de la situación económica para una parte de la población y el grave déficit fiscal acentúan el eco de las investigaciones del Senado que persiguen descubrir a los evasores de unos 100,000 millones $ al año via centros offshore. De ahí que la reciente investigación del Senado se centre en el banco suizo USB y en el Grupo LGT de Liechtenstein – vinculado a la familia reinante y a Suiza como se informa en el libro La Europa opaca de las finanzas - y que el Informe resultante desmenuce los detalles obtenidos de los soplones, de los testimonios y las entrevistas de colaboradores llevadas a cabo en los últimos seis meses.
El informe revela el “cordón de acero del secretismo que rodea a los bancos de los paraísos fiscales” según la expresión del infatigable senador demócrata de Michigan, Carl Levin, que preside el Subcomité permanente de investigaciones del Senado. Y las compañías más poderosas del mundo se alarman cuando se inician los interrogatorios por los funcionarios técnicos del Subcomité permanente de investigaciones del Senado de los EEUU. Porque esos interrogatorios escudriñaron el colapso de ENRON, las compañías que negociaban con la energía o recientemente la especulación financiera con el petróleo; y se dice que sus investigadores hace tiempo que andan tras los paraísos fiscales extraterritoriales, los centros offshore, según los reporteros del Financial Times (Ft, 17/7/2008)
Los investigadores encontraron un correo electrónico enviado en 2007 en el cual un alto ejecutivo de banca privada del USB, Martin Liechti, actualmente en detención por las autoridades estadounidenses, ponía presión sobre su equipo para lograr nuevos negocios. “Hemos crecido desde los 4 millones de francos suizos por asesor de clientes en 2004 hasta los 17 millones en 2006. Y necesitamos mantener en aumento nuestra ambición hasta llegar a los 60 millones por asesor de clientes”.
Algunas de las informaciones logradas fueron aportadas por un banquero del USB, Bradley Birkenfield, que se declaró culpable de las acusaciones de haber ayudado a multimillonarios estadounidenses a evadir impuestos, admitiendo que en sus viajes de negocios los banqueros de la private banking debían mantener un perfil bajo para escapar a la atención de las autoridades estadounidenses. Este banquero suizo manifestó ante el Subcomité que “nunca había visto a un gran banco hacer un esfuerzo comercial tan minucioso en el mercado de los EEUU” . El análisis del Subcomité muestra que unos 20 asesores de clientes del USB realizaron en total más de 300 visitas a los EEUU desde 2001 hasta 2008.
El referido Informe detalla asimismo cómo LGT animó a clientes a incumplir las normas sobre información a las autoridades estadounidenses. En un caso, el banco tuvo una reunión de cinco horas con dos clientes que se supone fue para incentivarles a transferir 30 millones $ de una cuenta que mantenían en un banco de las Bermudas al grupo bancario de Liechtenstein LGT. Esta “transferencia de activos” se pretendía disfrazarla, entre otras modalidades sugeridas, utilizando la intermediación de sociedades de las Islas Vírgenes. Durante la mayor parte de la reunión asistió el Príncipe Philipp von und zu Liechtenstein, presidente del Grupo LGT y hermano del soberano reinante.
En otro caso, una memoria del banco LGT describe una reunión con un cliente para estudiar el establecimiento de una fundación para recibir fondos de Glencore International, la compañía de comercio petrolero fundada por Marc Rich, el negociante fugitivo que fue perdonado por el Presidente Bill Clinton Clinton en 2001. Y en esa memoria se dice incluso que una “pequeña proporción” sería dedicada a pagar sobornos en los EEUU y Panamá.
El problema europeo es que, mientras los EEUU con su política unilateral activan sus pesquisas para reducir la evasión fiscal y paliar el déficit presupuestario manteniendo su predominio financiero, los actuales gobiernos de la Unión no cuestionan la extraña asociación jurídica que se mantiene con Suiza y demás paraísos fiscales del entorno, que impide el progreso político del continente como denunciamos en esta página y en citado libro. Porque ese hecho sí que forma parte del acervo comunitario.-
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