jueves, 29 de abril de 2021

Presencia alemana en el conflictivo Mar del Sur de China

En Agosto próximo, una fragata alemana va a zarpar rumbo a Asia, y a su regreso se convertirá en el primer buque de guerra alemán que habrá cruzado el Mar de China Meridional por primera vez desde 2002, anunciaron a primeros de marzo altos funcionarios del Gobierno de Ángela Merkel y difundió la agencia Reuters y la prensa asiática y medios internacionales que se hacían eco de la noticia.

A pesar de los frecuentes roces e incidentes entre navíos chinos y pescadores de los países ribereños, nada nos hace pensar que la presencia alemana vaya a provocar una crisis internacional como la del verano de 1911, cuando retando el dominio entonces de Francia en Marruecos, la Alemania del Káiser Guillermo II envió el acorazado Panther a Agadir, con la pretensión de establecer una base naval en el Atlántico; lo que hizo aflorar la tensión bélica entre los dos bloques de grandes países armados que anticipó el estallido de la primera guerra mundial. Obviamente, la actual tensión en las relaciones internacionales difiere de la de aquella época, aunque estemos viviendo también una nueva etapa de paz armada. Pero ni se aprecia aquel grado de tensión bélica de principios del siglo XX,  ni la Alemania de hoy muestra pretensiones de afirmarse como poder global.

Sin embargo resulta indudable que ese anunciado movimiento naval de un país líder de la Unión Europea revela un posicionamiento frente a la conflictiva  área marítima del Sur de China.

 

El conflicto geopolítico

El Mar de China se ha convertido en objeto de crecientes reclamaciones territoriales que se superponen entre China y otros países ribereños, incluido Japón. Y hoy  es un punto caliente en las relaciones de China con los EEUU y con los países del Sudeste asiático, como lo demuestran las frecuentes noticias de incidentes y declaraciones de países afectados. Ya en otoño de 2016, Jacques Attalí, destacado politólogo francés y autor de decenas de libros, incluía este espacio marítimo como uno de los seis posibles detonadores  que podrían desencadenar un conflicto bélico mundial. (Jacques Attalí, Vivement Aprés Demain, ed. Pluriel, págs., 176 y sgtes.) Los hechos desde 2016 no le han desmentido.

La gran importancia de esta zona para el comercio internacional, se manifiesta en que una mitad de los cargamentos de petroleros del mundo atraviesa el Mar de la China Meridional, no solamente hacia China sino también hacia Corea de Sur y Japón. Y siete de los diez principales puertos de contenedores del Mundo son chinos, el mayor es Shanghai; el 40 % de los cargamentos en contenedores del mundo corresponden a China (David Yergin, The New Map, Penguin Press, 2020, capitulo China´s Map) Y China reclama su soberanía plena sobre ese mar.

Los funcionarios alemanes precisaron que en su travesía el buque de guerra alemán respetará el espacio marítimo del mar territorial de cada país ribereño, las llamadas 12 millas náuticas, una referencia  indirecta a las áreas del mar en disputa como zona económica exclusiva, que China reclama casi en su totalidad y pretende exigir autorización para la navegación.

Es en este contexto la rivalidad por los islotes deshabitados (pero importantes para la delimitación de la zona económica exclusiva rica en gas y petróleo) cobra su importancia, alimentada por el aura de renacimiento nacionalista de China y de países asiáticos.

 

China y Japón

Ciertamente China presenta su propio ascenso al poder global como pacífico, pero no es así en ciertos casos. El caso más espinoso  quizás sea el área marítima Norte que afecta a la relación entre China y Japón sobre las islas que Japón denomina Senkaku y China Diaoyu, cuya competencia territorial viene a injertarse en la rivalidad geopolítica e histórica de los dos países. Rivalidad acentuada desde que en 2011 el PIB chino superó al japonés. Y la historia y su interpretación aún dividen a Pekín y Tokio. En 2013, Pekín amplió su espacio aéreo a esas islas, con el apoyo de Estados Unidos a Tokio: el presidente Obama declaraba que el tratado de defensa estadounidense-japonés cubre esas islas… Todos exhiben sus músculos para no usarlos, pero el temor a un derrape mal controlado podría llevar en un enfrentamiento apocalíptico que a todos preocupa.

 

China y los países del Sudeste Asiático

La verdad es que los vecinos de China del Sudeste Asiático se ambicionan el desarrollo de relaciones económicas mutuamente beneficiosas, pero también están inquietos por las pretensiones marítimas de China. Y al mismo tiempo mantienen cierta afinidad política con los EEUU.


Pero al Este del océano Pacífico tenemos otro punto caliente del planeta como es el mar de la China Meridional o mar del Sur de China, también conocido en Filipinas como mar de Filipinas Occidental​ (en inglés West Philippine Sea), que comprende el área que va desde Indonesia y Malasia hasta el estrecho de Taiwán, y las islas de Borneo y el archipiélago de las Filipinas. Abarca aproximadamente 3 500 000 km², un millón de kilómetros cuadrados más que el mar Mediterráneo y dos millones más que el golfo de México. En  ese mar Oriental hay cientos de pequeñas islas y arrecifes, que se agrupan en archipiélagos y cuya soberanía es objeto de reclamaciones por las naciones vecinas. Esta competencia se refleja en la diversidad de nombres utilizados en tales islas y en el propio mar.

Pekín considera el Mar de China Meridional como un asunto de interés nacional. Desde la llegada al poder del presidente XI Jinping, ha cobrado cierta vigencia oficial el mapa que se conoce como el 9-Dash Map (el mapa de las 9 rayas). Este mapa chino, que en los años treinta del pasado siglo elaboró el geógrafo chino Bai Meichu y fue adoptado por el gobierno comunista de Mao Tse Tung, delimita las reivindicaciones territoriales de la República Popular China.

La asertividad de la China actual pretende el control de esta extensa área marítima como una garantía para su comercio y su abastecimiento: el 80% de sus importaciones pasan por este mar, que está repleto de gas y petróleo, cuya explotación codicia. Asimismo, es un punto de tránsito para los submarinos nucleares chinos. Y sobre esta área marítima, China viene practicando una política de hechos consumados al fijar unilateralmente las fronteras de su espacio marítimo y al construir islotes artificiales cerca de las Spratleys para extender y exhibir su dominio.

Algunos de estos puestos de avanzada militar china en islas artificiales a lo largo del Mar del Sur de China, se insertan en las disputas marítimas que alcanzan a países como Vietnam (las islas Paracelos), Filipinas (Scarborough Reef), Malasia, Indonesia y Brunei (islotes de Spratleys). Muchas de estos países basan sus reclamaciones marítimas en la Convención Internacional de Naciones Unidas de 1982 sobre la Ley de Mar. Algunas de las reclamaciones de varios de esos Estados como Taiwán y Filipinas, llevaron a China al Tribunal Internacional de Arbitraje de La Haya, que en 2016 dictaminó que no había fundamento legal para la reclamación de China; pero esta se negó a participar en el caso y luego desestimó el fallo como "nulo y sin valor".

 

"Un orden internacional basado en reglas"

Washington acusa a Pekín de militarizar el Mar de China Meridional y de intentar intimidar a sus vecinos asiáticos. Estados Unidos tiene un interés nacional en el mantenimiento de la paz y la estabilidad, el respeto por el derecho internacional, el comercio lícito sin obstáculos y el respeto a la libertad de navegación y otros usos legales del mar, como han manifestado en ocasiones los portavoces del Departamento de Estado. Y regularmente Estados Unidos realiza operaciones de “libertad de navegación” en las que sus navíos pasan cerca de algunas de las islas en conflicto, afirmando la libertad de acceso a las vías navegables internacionales.

Por tanto, ciertamente, la nueva Administración estadounidense acogió con satisfacción la decisión de Alemania de desplegar su fragata en esa área marítima. Y ha celebrado este plan de un aliado de la OTAN y destacado miembro de la Unión Europea como Alemania, calificándolo como un apoyo bienvenido para recuperar un "orden internacional basado en reglas" en medio de tensiones en esas aguas ricas en recursos.

Damos la bienvenida al apoyo de Alemania a un orden internacional basado en reglas en el Indo-Pacífico. La comunidad internacional tiene un interés vital en la preservación de un orden marítimo abierto". Y un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China respondía que los países disfrutan de libertad de navegación y sobrevuelo en esa vía marítima según el derecho internacional, agregando que “no podían tomarlo como una excusa para socavar la soberanía y la seguridad de los países litorales". Y, por su parte, la propia China también ha intensificado sus actividades en la región, realizando la marina china una serie de ejercicios de "escenarios de combate", incluido el aterrizaje anfibio en aguas no reveladas "lejos del continente", según noticias de periódicos regionales. En enero, Pekín aprobó una ley que por primera vez permite explícitamente a su guardia costera - que es la fuerza más poderosa de su tipo en la región  - disparar contra embarcaciones extranjeras, facultándoles para "tomar todas las medidas necesarias, incluido el uso de armas cuando la soberanía nacional, los derechos soberanos y la jurisdicción están siendo infringidos ilegalmente por organizaciones o individuos extranjeros en el mar". .  

Para contener esta política de China para asentar su soberanía sobre las aguas internacionales y controlar el área del Mar del Sur de China, los países de la OTAN han movilizado una parte de sus flotas. En enero pasado, un buque de guerra canadiense también navegó cerca del Mar de China Meridional, pasando por el Estrecho de Taiwán en su camino para unirse a ejercicios con las armadas de Australia, Japón y Estados Unidos. En febrero pasado, anunciaba que un submarino de propulsión nuclear y un buque de guerra patrullaban en el Mar del Sur de China para subrayar la libertad de navegación (Al Jazeera TV/ Reuters  4/3/2021)

Desde luego, en ese marco de cierta tensión cuasi bélica localizada que revelan las fuentes internacionales, resulta significativo que Alemania, el país  líder económico  de Europa haya adoptado a bombo y platillo una decisión sobre una operación marítima pacifica tan alejada del continente europeo, pero que se alinea claramente con la estrategia política de la Administración del presidente Biden de defensa de la libertad de navegación frente al expansionismo chino. Queda, pues, confirmado que, tras la errática política exterior de la Administración de Donald Trump, se reactiva al parecer una estrategia atlántica de defensa de un orden internacional que sea respetado por todos los países; y que  mantenga canales para la resolución de conflictos en el mundo. Y asimismo queda pendiente la definición práctica de la autonomía estratégica para la Unión Europea que se ha planteado desde Bruselas-  

 



 

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