sábado, 3 de noviembre de 2018

BANKIA: LA ESTAFA DE LA INSOLVENCIA ENCUBIERTA (II)


 (continuación del Capítulo IV.4 del libro inédito del autor de este blog, BANCOS DEMASIADO GRANDES PARA ENCARCELAR – Casos significativos de riesgo sistémico, de manipulaciones de precios y mercados y de gran delincuencia financiera - cuya publicación fue descartada por editoriales españolas en 2017)

El fiasco de la salida a Bolsa de Bankia: “Hazte banquero

El segundo engaño para los ahorradores fue su conversión en inversores con la salida fraudulenta a Bolsa de Bankia en 2011. Aunque todavía no se habían clarificado definitivamente las cuentas, como luego sabríamos, el proyecto oficial de privatización de las siete cajas de ahorros, convertidas en un banco privado, parecía culminado en julio de 2011, cuando Bankia lanzó su venta de acciones en la Bolsa de Madrid. Ciertamente  el hecho de la salida a Bolsa de Bankia vino determinado por una de las características clave de las cajas de ahorro, ya que al ser entidades fundacionales y no sociedades de capital, legalmente estaban impedidas para acceder a ampliaciones de capital vía accionariado. Y la emisión de instrumentos financieros con carácter de cuasi-capital como participaciones subordinadas y preferentes, resultaban poco atractivas para los inversores, porque no permitía ejercer derechos políticos en las asambleas de estas entidades. ([i])  En la intervención pública del propio confianza” a “los miles de accionistas y a los 11 millones de clientes” en unos momentos en que los “inversores eran reacios  a la renta variable, al sector financiero y a España”. El presidente aseguró  que “la solvencia, el talento, una gestión rigurosa de riesgos y una política eficiente en los costes son las bases sobre las que parte la nueva andadura”. Y con todo el aplomo del mundo atribuía  la caída de la cotización de la acción en los primeros minutos de la salida al mercado, a la “gran desconfianza de los mercados hacia la capacidad de las autoridades europeas” para encontrar una solución a la crisis griega ([ii])  En esas fechas aún no había saltado la alarma del fraude de las preferentes que tardaría unos meses en confirmarse.
Rato en la Bolsa de Madrid agradecía la “
 Hazte banquero” fue el  engañoso eslogan publicitario ideado por el  equipo de Rodrigo Rato para la campaña de captación de pequeños inversores, porque el objetivo era volver a captar varios miles de millones de euros de los ahorradores con el fin de salvar a Bankia. La llamada se dirigía a cientos de miles  de típicos clientes de las cajas de ahorros, a quienes se quería convertir al nuevo mundo bursátil que tan ajeno les era. El proyecto inicial había comenzado con la constitución del grupo financiero BFA-Bankia, liderado por Caja Madrid, que era el resultado de una fusión siete cajas de ahorro en junio de 2010; pero en la campaña de publicidad, el nuevo banco se presentaba como una entidad potente con 11,2 millones de clientes, 21.000 empleados, 3.500 oficinas, 7.500 cajeros y 272.000 millones de activos totales del grupo. ([iii])

Cientos  de miles de ahorradores se hicieron “banqueros”

Como observaba alguna prensa internacional, resultaba destacado en la campaña mediática de captación de inversores la preferencia por los ahorradores habituales frente a los inversores profesionales internacionales. De los 3.092 millones de euros captados finalmente, menos del 2 % procedieron del exterior, según esas informaciones. Ciertamente, los directivos del nuevo banco preferían acudir a los ahorros de los particulares en lugar de contar con una cuota importante de fondos internacionales, que les habría dado incluso más fiabilidad y coherencia al proyecto. La profesionalidad de los gestores internacionales significaba una mayor exigencia para decidir las inversiones, por lo que optaron por convencer a ahorradores corrientes e inversores nacionales para incorporarles como futuros accionistas. Todo ello apelando a la buena imagen de solvencia que hasta entonces tenía Caja Madrid. Y lo cierto es que captaron nada menos que a 347.000 accionistas en apenas las dos primeras semanas de julio de 2011, bajo el martilleo de la campaña publicitaria; la gran mayoría eran clientes de las propias cajas integradas que invirtieron sus depósitos. Desde luego, la operación salida a Bolsa salió adelante gracias al apoyo del Gobierno con que contaba Rato y la enorme influencia sobre los principales bancos y empresas del país para que hicieran su “aportación”; e incluso se presionó a las empresas que estaban en mora con el Banco para que adquirieran acciones a cambio de hacer la vista gorda con “lo suyo” ([iv]

Sin embargo, las expectativas bursátiles pronto se desvanecieron a partir de la primavera de 2012 por hechos diversos, como la alerta sobre  Bankia del informe del FMI, la presentación de cuentas sin auditar y finalmente la dimisión de Rato junto a la reformulación de las cuentas que ordenó el nuevo presidente Goirigolzarri. Para entonces la pérdida de confianza inversora en Bankia se traducía en la depreciación de las acciones de las empresas participadas con porcentajes significativos por el Grupo BFA-Bankia, cuya cartera ab initio abarcaba, entre otras, empresas importantes como Indra (20%), Mapfre (15%), NH Hoteles (15,74 %), IAG (Iberia-British Airways) (12 %) o Iberdrola (5%) ([v]); Unas cuotas de participación empresarial que en años posteriores han sido liquidadas en una Bolsa bajista mientras proseguía el proceso de saneamiento del Grupo bancario como hemos apuntado. El paralelo desplome de las acciones a principios de 2013 significaba pérdidas de más del 90 por ciento para los inversores.

Las demandas y sentencias  judiciales

Para entonces no había duda que la venta pública de acciones de Bankia había sido otra estafa peor que la de las preferentes. Al principio, los afectados por la compra de acciones de Bankia no se atrevían a pleitear por la estafa de la que eran víctimas. Y los jueces pensaban que la compra de una acción implicaba de hecho la asunción de un riesgo y, por tanto, no se podía alegar desconocimiento. Pero una primera sentencia  del juzgado nº 10 de Oviedo condenó a Bankia a devolver el dinero invertido a una familia atrapada también en las preferentes y subordinadas. Y en diciembre 2014 una sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia fallaba en favor de los accionistas y contra Bankia. Y continuó la avalancha de demandas por la salida a Bolsa, de manera que a finales de 2015 habían sido dictadas 13.479 sentencias, de las cuales un 95 por ciento fueron favorables a los inversores. Finalmente, dos sentencias del Tribunal Supremo de febrero de 2016 condenaron a Bankia a devolver el dinero a dos familias que habían invertido cerca de 10.000 euros y 21.000, respectivamente. Ambas confirmaban que “hubo error en el consentimiento por parte de los adquirentes debido a las graves inexactitudes del folleto de la oferta pública” ([vi])

Planteado el caso de la salida a Bolsa de Bankia, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu había recabado los informes de los peritos judiciales designados oficialmente el Banco de España que, por su independencia respecto al litigio, merecían mayor credibilidad. Y frente a los contrainformes encargados por los querellados del Banco y los presentados por el FROB, ofrecieron unas conclusiones contundentes: “Los peritos judiciales ratificamos nuestra conclusión sobre la salida a Bolsa de Bankia, que consideramos fraudulenta porque los estados financieros incluidos en el folleto de emisión incumplían la normativa aplicable y no expresaban la imagen fiel de la situación económico-financiera de dicha entidad”. Y entre los ejemplos que apoyan tales afirmaciones, destacan que como peritos judiciales consideran falsas las provisiones de insolvencia para los créditos de 6.913 millones de euros que recogía el folleto de emisión, al no aparecer en el mismo los estados financieros de 31 de marzo de 2011. Una información que Bankia había utilizado como argumento comercial para trasladar a los potenciales compradores de las acciones, una falsa idea de seguridad de su inversión. Y en relación con la falsificación de cuentas, los peritos apuntaron que “en los estados financieros consolidados de Bankia a 30 de junio de 2011 y sucesivos, el ajuste de valor razonable del SIP (Sistema Institucional de Protección) se disfraza como provisiones por insolvencias, lo que es un claro caso de fraude contable” ([vii])



[i] José Moisés Martín Carretero; La privatización de Bankia como paradigma del fin del sistema financiero púbico. Economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis en
http://www.theeconomyjournal.com/es/notices/2015/02/la-privatizacion-de-bankia-como-paradigma-el-fin-del-sistema-financiero-publico-67420.php
[ii] Cinco Días, 20/7/2011
[iii] Andreu Missé, La gran estafa…, opus cit., pp.141-159
[iv] Eduardo Segovia, Bankia, la gran estafa. El confidencial.com,6/12/2014 en http://www.elconfidencial.com/empresas/2014-12-06/bankia-la-gran-estafa_579659/
[v] Expansión, 11/5/2012
[vi] Andreu Missé, La gran estafa…, opus cit., pp.157-158
[vii] Ibidem, pp.419-420

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