miércoles, 20 de diciembre de 2017

¿Una crisis económica y financiera mundial antes de 2030?


Escribir sobre prospectiva, sobre el futuro, es siempre tan arriesgado que solamente pueden hacerlo con solvencia autores privilegiados, como el polifacético escritor francés Jacques Attali. Dentro de lo que se entiende como prospectiva o futurología, tropezamos a menudo con pseudociencia y con páginas de entretenimiento, apoyadas en especulaciones o recursos alejados de la investigación  científica y de las comprobaciones empíricas; pero también encontramos a veces indagaciones serias y fundamentadas, basadas en el método científico, que apelan a las estadísticas y a otras investigaciones sectoriales previas.  El DRAE define la prospectiva como "conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o de predecir el futuro en una determinada materia". Como sustantivo, el concepto de prospectiva también se asocia a la futurología, la ciencia del análisis del futuro pretendiendo lograr su comprensión y, así, ejercer una influencia sobre él en la medida de lo posible. En ese sentido, se busca anticipar potenciales escenarios que podrían desarrollarse en el porvenir. Obviamente la prospectiva no puede ofrecernos certezas ya que el futuro, al fin y al cabo, es aquello que aún no ha ocurrido y que está sometido a infinitas variables, imposibles de predecir.

Y en ese campo de la prospectiva podríamos encuadrar el libro "Vivement, aprés demain" (Pronto, pasado mañana) publicado en otoño de 2016, cuyo contenido ratificaba íntegramente su autor, el francés Jacques Attali, en el prefacio escrito en julio de 2017; un libro que pretende - en sus propias palabras- "proporcionar a cada uno los medios de conocer las promesas y las amenazas del mundo, midiendo así las oportunidades y los riesgos para navegar del mejor modo entre los escollos y alcanzar el puerto de su elección" (p.12).

Tales pretensiones únicamente pueden aceptarse cuando proceden de un autor sensible, inteligente y de acreditada solvencia como Jacques Attali; muy conocido, por lo demás, particularmente en el mundo cultural francés, por sus 67 libros publicados y traducidos a 22 idiomas; que durante diez años fue consejero especial del Presidente de la República francesa, François Mitterrand; luego, presidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo; fundador de la ONG Acción contra el Hambre y actualmente es presidente de la ONG Positive Planet, destinada inicialmente a luchar contra la pobreza mediante el desarrollo de la microfinance. Y además, incluso, ha dirigido varias orquestas en diversos países del mundo. 

En el referido libro, después de una breve historia de las variables del futuro, Attali
 renueva por completo su visión sobre los próximos quince años (2016-2030), a la luz del nuevo conocimiento acumulado en todos los campos, científico, demográfico, ideológico, geopolítico, artístico. Después de interrogarse en miles de lugares sobre las débiles señales que preparan el futuro con sus amenazas y sus promesas para el mundo.

Entre las amenazas que nos acechan, según esta investigación documentada, encontramos la crisis del sistema económico y financiero mundializado, cuyo punto de partida es claro. "En ausencia de un estado de derecho planetario, y  sin actor central capaz de compensar las insuficiencias del mercado, solamente se puede contar con la acción de los bancos centrales para compensar sus insuficiencias. En tal situación de desequilibrio, de la que todos los datos precedentes (que se acumulan en el citado texto) confirman su inevitabilidad,  un pequeño choque podría provocar un gran catástrofe"

Del referido libro, reproducimos únicamente aquí unas líneas traducidas - apoyadas en fuentes que omitimos - sobre lo que denomina seis detonadores de una crisis económica y financiera mundial; y que creemos que merecen la atención de los lectores de este blog. Más precisamente, se describen seis chispazos que podrían prender fuego a la pólvora para una crisis global:

1.    En China, las burbujas de endeudamiento del sector inmobiliario, las grandes empresas públicas y entidades financieras no reguladas pueden explotar, arrastrando un crac brutal en las Bolsas chinas y una crisis del cambio mundial en razón de un a fuerte devaluación del yuan, en combinación con una revolución de palacio. En el peor de los casos, China cerrará sus fronteras y desencadenará una ola de proteccionismo; la producción industrial se hundirá, provocando una caída del precio de las materias primas y arrastrando a continuación toda la economía mundial a la crisis.

2.    Una crisis por la exacerbación del proteccionismo. Al enfrentarse a la competencia y a la recesión, un creciente número de países, y en primer lugar los Estados Unidos, se encerrarán en el proteccionismo y el soberanismo. En particular, la Unión Europea o los EEUU podrían ser tentados a encerrarse más aún, dado el miedo a verse sumergidos
por una ola incontrolable de importaciones provenientes de Asia, o de migrantes de México, de Oriente Medio o del Sahel. Eso supondrá, si eso se convierte en algo muy significativo, una crisis mayor del comercio internacional y un hundimiento de la economía mundial.

3.    Una crisis europea podría también desencadenarse por un hundimiento del sistema bancario italiano o alemán, o por la decisión de un país de la eurozona, tras un referéndum,  de volver a una moneda nacional, arrastrando una fuga de ahorradores fuera de ese país. Aun así, la crisis no quedaría limitada a Europa y se convertiría rápidamente en planetaria. Eso podría venir muy rápidamente de Italia.

4.    El estallido de la burbuja gigante de las deudas de los Estados puede ser provocado las liquideces cuasi gratuitas e inyectadas masivamente por los bancos centrales. En todo caso, ese nivel de endeudamiento ya no es sostenible. Eso se traducirá en un alza espectacular de los tipos de interés y del nivel general de los precios. El riesgo es particularmente elevado en Japón, por razón de una monetarización ya muy avanzada y por la perspectiva de un déficit de la balanza estructural de pagos de aquí a cinco años, debida a la subida del número  de jubilados de la población (que tienen  que gastar sus ahorros para vivir); una crisis japonesa podría provocar un devaluación muy fuerte del yen, después afectar por contagio en el mundo entero a toda clase de activos gubernamentales y llevar a una avalancha hacia el efectivo y el oro, seguido de un hundimiento de la economía mundial.

5.    Una crisis financiera en los Estados Unidos, acelerada por la desregulación decidida por Donald Trump, podría desencadenarse por el hundimiento de un actor principal del shadow banking , que hubiera invertido en empresas industriales, estadounidenses o no, demasiado especulativas, llevando a un derrumbamiento del sistema financiero estadounidense y a una crisis mundial de una amplitud inigualada.

6.    Una crisis ligada al precio del petróleo podría ser desencadenada por un bloqueo del estrecho de Ormuz o el de Malaca, por acciones terroristas, campañas de piratería, o una acción estatal, que haría subir el precio del petróleo de modo duradero más allá de los cien dólares el barril, además con consecuencias devastadoras sobre la economía mundial.

Nadie puede decir cuál sería el coste de una crisis global, cada vez más probable, desencadenada por un u otra de esas seis chispas. Es en cualquier caso verosímil que se traduciría en un decenio, al menos, de recesión y de deflación. Una gran parte de la población  mundial vería estancarse o bajar su nivel de vida; en particular, la bajada de nivel de vida de las clases medias tendría consecuencias políticas y militares devastadoras: la democracia no resistiría."

En el referido libro, tremendamente cartesiano, el autor llega a conclusiones radicalmente nuevas y sorprendentes sobre lo que nos espera y especialmente sobre lo que podemos hacer. Porque, aunque se acumulan muchos nubarrones en el horizonte, como el que hemos transcrito, no faltan los medios para construir el mejor de los mundos posibles, para el desarrollo de las personas, evitando que la dimensiones de la ira y de la furia, que documenta y analiza en el libro, se transformen en violencia global, escapando así de amenazas climáticas, del terrorismo y del suicidio tecnológico. Siempre que comprendamos, como apunta el autor, que la mejor manera de lograr eso, de ser feliz en un mundo sereno, consiste en ayudar a los demás a ser uno mismo, a reemplazar el egoísmo suicida por el altruismo lúcido. Y podamos alcanzar un futuro que es pasado mañana.-



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