martes, 23 de septiembre de 2008

Del sueño americano a la pesadilla europea


A estas alturas de la película, para los análisis técnicos más solventes son muchas las cosas que están claras sobre la crisis financiera destapada en Agosto de 2007. Pero faltan aún las aproximaciones políticas de la cuestión en particular desde la perspectiva europea.

Lo primero que está claro es el poder imperial de los EEUU adoptando decisiones muy fuertes para afrontar la incertidumbre que inestabiliza y atasca la fluidez de los mercados financieros. Ciertamente esas decisiones llevan impreso el sesgo del grupo dominante en la plutocracia estadounidense. El actual Secretario del Tesoro, ex presidente de la Banca de negocios Goldman Sachs, es un destacado miembro de la elite de Wall Street; y la simbiosis entre Washington y Wall Street es un rasgo fundamental del dominio financiero estadounidense, como demuestran sesudos estudios académicos. Pero, se comparta o no la oportunidad y el sentido de esas medidas, el hecho claro es que el gobierno de los EEUU ejerce un poder político activo y real por encima de bancos y entidades.

No puede decirse lo mismo de la Unión Europea, con un sector financiero equivalente al de los EEUU según los datos de la Comisión. Desde un país como España, miembro de la Eurozona, tendríamos que preguntarnos, ¿qué hace la Unión donde nosotros no llegamos? ¿Dónde esta el poder político del conjunto de la UE para afrontar la situación actual? Porque todos los socios europeos nos enfrentamos a la amenaza seria de recesión sin capacidad para controlar la restricción del crédito que paraliza la economía.

¿Qué medidas ha adoptado la Unión para superar una crisis que se prolonga ya mas de un año con claras repercusiones negativas para las empresas y para el empleo? ¿Resistirá la UE la presión estadounidense para la adopción de medidas coyunturales favorables a sus intereses globales?

Hasta el momento los ciudadanos españoles solo hemos conocido la denuncia de la “avaricia” como causa de la crisis según el diagnóstico ante empresarios de alguien tan representativo como el Comisario de Asuntos Económicos de la Unión. ¿Suple esta moralina (“moralidad inoportuna, superficial y falsa”, según el DRAE) la denuncia de las lagunas europeas en la regulación y supervisión financiera a nivel comunitario?

Podemos considerar que las decisiones de la Administración Bush revelan sus dudas sobre el sistema capitalista actual, en su versión capitalismo financiero. Pero los EEUU han salvado al banco de inversiones Bear Stearns; a las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac y al conglomerado asegurador AIG; y han derramado masivamente dinero en las Bolsas con la cooperación de los Bancos centrales europeo, de Inglaterra, Suiza, Japón, etc. Y ahora plantean el rescate generalizado de las entidades con mayores riesgos mediante un plan de gasto de 700,000 millones $ para adquirir “valores basura” en poder – claro está - de la banca estadounidense, con el consiguiente incremento del déficit y su conversión en deuda pública a cargo a costa del contribuyente estadounidense.

Esta en juego el rescate del propio sistema financiero estadounidense para que siga funcionando y repercutiendo globalmente sus costes de mantenimiento gracias al poder que le otorga la emisión de la moneda internacional y un sistema de interdependencias diseñado para su dominio estructural sobre las economías del planeta.

Es previsible que las negociaciones entre los dos partidos en el Congreso completaran dichas medidas y paliarán su crudeza ante la sociedad, aunque excluirá el cambio del paradigma neoliberal pese a que analistas anglosajones subrayen que se están cambiando los parámetros del mercado de capitales. Y por supuesto, quedará reafirmada la derrota intelectual del fundamentalismo del libre mercado, como sostienen economistas tan prestigiosos como Martín Wolf del Financial Times, contemplando la incapacidad de autorregulación de los mercados financieros.

Sin embargo, frente a tales decisiones transcendentes que afectan a Europa, resulta incomprensible la pasividad de la Unión. ¿Puede un Consejo europeo de 27 miembros soberanos adoptar decisiones comunitarias cuando divergen en tal grado sus economías? ¿No es hora de que los europeos reexaminemos el marco de la Unión en materia financiera? ¿Alguien puede negar el hecho de que este marco comunitario no ha impedido el contagio de los valores respaldados por hipotecas subprime y sus consecuencias en la economía real?

Porque – al margen de las apelaciones de la derecha hispana a medidas locales en favor del “capitalismo del desastre” - está claro que los gobiernos nacionales europeos que afrontan las repercusiones económicas de la crisis financiera globalizada, aparecen tremendamente vulnerables frente a los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria generada por el dinero barato mundial, como se documenta en La Europa opaca de las finanzas. Porque, en particular los asociados en la Eurozona, carecen del recurso a la devaluación de la moneda y a la variación del tipo de interés. Y sin otro marco institucional de apoyo que no sea la negociación interminable entre 27 gobiernos o entre los 15 de la Eurozona, representativos de mayorías sociales diversas y con afinidades dispares respecto a Washington.

Mientras tanto son las desacreditadas agencias estadounidenses las que califican los riesgos para el capital financiero global que supuestamente ofrecen los Estados o los bancos europeos y asimismo indirectamente determinan el precio de los bonos y valores generados en Europa; se evidencian los riesgos efectivos de la carencia de supervisor financiero comunitario y de que los gobiernos apliquen una regulación comunitaria que únicamente persigue de la movilidad sin trabas del capital.

Y sin coordinación institucional específica alguna, los 27 gobiernos de la Unión velan por el suministro del crédito en la Unión pero con economías abiertas y sin cortafuegos frente a las epidemias financieras del exterior; y con la circunstancia agravante de que el BCE emite moneda y supervisa el mercado monetario interno en la Eurozona, pero deja para los residuales bancos centrales asociados el control de la solvencia de las entidades bancarias. Toda una pesadilla europea generada por el sueño americano.-
21/9/2008

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